La dedicación a la cosa pública De entrada, es necesario e imprescindible, limitar por ley los mandatos de los cargos orgánicos e institucionales. Con la actual duración de cuatro años, el límite debería ser dos legislaturas así como poder votar listas abiertas.
La actividad política no puede ser una profesión y las compensaciones económicas de los cargos públicos nunca deberían estar por encima de la media de lo que, en tareas privadas, podría obtenerse de semejante dedicación y perfil profesional.
Evidentemente, todo el mundo tiene el derecho a dedicarse a la política, pero deberíamos exigir una cierta experiencia, un cierto entrenamiento. Es decir, debe ser gente con algo de mundo, aunque sea poco, no que acabe de salir del nido. No puede ser que opten a representar a la ciudadanía personas que nunca han trabajado o, habiéndolo hecho, sólo han estado en su organización política, en muchos casos ni eso, y con una entrada digital. Es decir, a dedo. Con más frecuencia de lo saludable, vemos cómo muchos militantes entran en las nóminas de los partidos desde bien jóvenes y, a partir de ahí, van trepando en el peor sentido de la palabra.
Sin necesidad de estudiar demasiado, de formarse, de aprender idiomas, ni saber recitar dos líneas sin una chuleta delante, están ahí. En estas circunstancias, cuando la política se transforma en una “profesión”, y además fácil, ejercida a través de los partidos, es muy duro marcharse, porque, muchos de la han vivido así, en el mercado laboral no tienen ni oficio ni beneficio. Cualquiera que está en esa situación hace lo que sea por permanecer en el aparato. Para evitar esta perversión sería positivo introducir factores en las elaboraciones de las listas por los cuales el candidato elegido lo fuese por sí mismo, por su implicación en el territorio, no porque es amigo del secretario de organización de turno. Porque las organizaciones políticas no pueden ser oficinas de colocación, ni el lugar donde encontrar tratos de favor. Por otro lado todas las contrataciones de personal tienen que seguir la misma normativa y se tienen que limitar los cargos de confianza, comisionados y asesores. El actual sistema no puede ser la puerta falsa para proliferar cargos y enmascarar la incompetencia de muchos. César Arrizabalaga y Carlos Guijarro Estos comentarios están extraídos del blog de César Arrizabalaga, anterior Alcalde de Montcada i Reixac, dimitido el pasado mes de Julio y al que reemplazó María Elena Pérez, la número 15 de la listas electoral del PSC en las elecciones municipales del 2007 y que para ello, hay que recordarlo, tuvieron que dimitir cuatro personas que al igual que ella no habían sido elegidas por la ciudadanía y otras 8 personas que sí eran regidores tuvieron que ceder a las presiones del partido para que María Elena fuera Alcaldesa, entre esas personas Carmen Porro que entra en la nueva lista en el número 7 (con gran peligro de no salir elegida), cediendo puestos ante personas de poca o nula presencia en la política municipal de Montcada. Es el peaje que tiene que pagar por haber disentido de la elección de María Elena Pérez como sustituta de César Arrizabalaga, al igual que otros cuatro regidores del PSC, Guijarrro, Gallego, Gonzalo, Soriano, con los que no cuenta la nueva Ejecutiva controlada y dominada por Pérez, en la que han incorporado a varias personas “cercanas” a ella y eliminado fulminantemente otras, entre ellas al Secretario General de la Agrupación, Paco Hierro, "desaparecido en combate" se podría decir ya que de él no sabemos nada de nada.
Ya habrá tiempo de hablar más extensamente de todo ello, ahora voy a dar mi punto de vista sobre los comentarios de César Arrizabalaga y Carlos Guijarro en el blog del primero. Por lo que leo, parece ser que a César Arrizabalaga el hecho de no ser Alcalde ni tener responsabilidades políticas le ha cambiado y se ha vuelto no más demócrata, que él cree que lo es, si no más “abierto” al consenso y la participación. Curiosamente durante sus 10 años de mandato ha demostrado que todo lo que dice actualmente no lo llevó a cabo ni cumplió, al igual que Carlos Guijarro que lleva toda una vida de regidor y apuntalando al gran César y trabajando poco o nada por el municipio y mucho por el “aparato del PSC en Montcada”. Nuevos demócratas que piden y exigen a los demás lo que ellos no hicieron, eso sin quitarles la razón en sus argumentos que la tienen y que demuestran la gran distancia que les separa del “nuevo aparato”. Termino con aquella frase tan utilizada y explícita: “MISMOS PERROS CON DIFERENTES COLLARES”.
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